Pedro Sánchez ha sufrido un batacazo monumental en su intento de monopolizar la televisión pública con su entrevista, y los resultados son devastadores. En un esfuerzo por captar la atención de los españoles tras un año sin conceder entrevistas, el presidente utilizó todos los canales de Radio Televisión Española, excepto Clan y Teledeporte, pero el resultado ha sido un fracaso estrepitoso. La audiencia apenas alcanzó los 1,4 millones de espectadores, lo que equivale a un escaso 13,2% de share. Sumando todos los canales públicos, la cifra apenas roza los 2 millones en un país de casi 50 millones de habitantes.
La humillación se intensifica al comparar estos números con los de Vicente Vallés, cuyo informativo en Antena 3 ha superado claramente a Sánchez, alcanzando un 16,1% de share y 1,7 millones de espectadores. La situación se agrava aún más al comprobar que Televisión Española solo logró captar algo de audiencia gracias a los 20 minutos de anuncios emitidos por Antena 3 antes del inicio de “El Hormiguero”, que arrasó con un 21,1% y 2,3 millones de espectadores.
El intento de Sánchez de competir con Pablo Motos se ha convertido en un descalabro total. Mientras él buscaba protagonismo, la audiencia ha optado por entretenimiento y credibilidad, dejando claro que un presidente desconectado de la realidad y rodeado de corrupción no tiene cabida en la pantalla. El mensaje es contundente: los españoles han preferido cambiar de canal, ver a Vallés o simplemente apagar la televisión.
Este batacazo en las audiencias no solo expone la falta de conexión de Sánchez con la ciudadanía, sino que también pone de relieve una creciente desconfianza hacia su gobierno. La indiferencia del público es un claro indicativo de que su propaganda ya no resuena. La caída en picado de su popularidad es un aviso: el pueblo ha hablado y no está interesado en lo que tiene que decir un líder que ha perdido el rumbo.
