Todos tenemos un amigo o hermano apasionado, especialmente si es del Barcelona. No importa si apenas han ganado un partido: para ellos, esa sola victoria es razón suficiente para celebrarlo como si fuera una final de Champions.
Últimamente, mi bro del Barcelona ha estado en su máxima expresión. Apenas un triunfo, y ya parece que tienen la liga asegurada, con gritos, fotos, y mensajes en cada grupo de WhatsApp. Pero, mientras yo me río de su entusiasmo, también me preparo para recordarle que ganar un solo partido no es lo mismo que levantar un trofeo al final de la temporada.
Entendemos que el Barça es un equipo con historia y orgullo, y sus aficionados tienen toda la razón para emocionarse con cada victoria. Sin embargo, el camino a un campeonato es largo y duro. A veces, esos pequeños triunfos son solo eso, pasos iniciales. Una liga no se gana en octubre ni en noviembre; se define en las últimas jornadas, cuando cada punto cuenta y la presión se vuelve implacable. No es que le quiera arruinar la fiesta a mi amigo culé, pero un poco de realidad nunca está de más.
Le recuerdo amablemente que otros equipos como el Real Madrid, el Atlético o incluso algunas revelaciones como la Real Sociedad también están en la lucha. Todos estos rivales tienen hambre y saben lo que significa ganar. El Barça, aunque esté en forma, necesita consistencia y una buena estrategia si realmente aspiran a llevarse el campeonato.
Así que, mientras mi bro sigue celebrando esa reciente victoria como si ya tuvieran el trofeo en mano, yo simplemente sonrío. Es bueno soñar, pero mejor aún es tener los pies en la tierra. Tal vez cuando lleguemos a mayo y si todavía están en la cima, podremos celebrar juntos. Pero hasta entonces, le recordaré que queda mucho fútbol por jugar y que una victoria no hace un campeón.