La relación entre Jerome Boateng y Lionel Messi es una de esas historias que el fútbol regala de vez en cuando. Boateng, uno de los defensores más sólidos de su generación, se convirtió en un ícono de aquel drible inolvidable en 2015, cuando Messi, en una fracción de segundo, lo dejó en el suelo y marcó un gol memorable. Sin embargo, lejos de convertirse en una experiencia amarga, este momento se transformó en un recuerdo que Boateng ahora cuenta con humor y admiración.
La Humildad de Aceptar la Grandeza
“El regate de Messi era duro”, relata Boateng entre risas. “Me puse delante de él y de repente desapareció. No supe qué pasó hasta que me encontré tirado en el suelo, con el balón en la portería”. Suena como una escena de película, pero ese instante se grabó en la memoria de los fanáticos de todo el mundo y en la carrera de Boateng. Para muchos, aquella noche, Messi consolidó su estatus como un genio del fútbol, y Boateng fue involuntariamente el “actor de reparto” en esa escena épica. Sin embargo, el defensor alemán lo asumió con gracia, diciendo: “Quien no conocía a Boateng lo conocía esa noche”.
Un Encuentro en París: El Reconocimiento Mutuo
Años después, Boateng y Messi se encontraron de nuevo, esta vez en un partido entre el PSG y el Bayern de Múnich. Boateng, recordando ese momento, se acercó a Messi con una sonrisa, diciéndole: “Tú y yo jugaremos un partido. Tal vez despierte un viejo recuerdo para la prensa y el público, pero está bien si viene del mejor jugador del mundo”. La respuesta de Messi, simple y sincera, fue: “Los días pasan rápido”.
Esa humildad y simplicidad de Messi es lo que, según Boateng, lo hace aún más especial. “Es un jugador muy humilde y educado, que no habla mucho, pero con el pie habla mucho”, afirma. Para Boateng, ser “humillado” por Messi se convirtió en un honor, una muestra de que en el deporte se puede admirar al rival, especialmente cuando se trata de alguien que sigue siendo el mejor con el paso de los años.