Tragedia en Santo Domingo: el colapso del Jetset Club deja al menos 221 muertos y el ícono del merengue Rubí Pérez entre los escombros. La noche que prometía ser inolvidable se transformó en un infierno a medianoche, cuando el techo del club, debilitado por un incendio anterior, se desplomó sobre el escenario y el público. Las luces se apagaron y, en un instante, la música se tornó en gritos de pánico.
El 7 de abril, el aclamado artista Rubí Pérez había llegado al club, listo para ofrecer un espectáculo inolvidable. Pese a las advertencias de los vecinos sobre vibraciones inusuales y el estado del edificio, la fiesta continuó. A las 20 horas, el club se llenó de alegría, pero las grietas y el polvo caído del techo eran señales de un desastre inminente.
Minutos antes de la tragedia, Rubí animó al público con su energía característica. Sin embargo, a las 00:45, un crujido ominoso precedió a la caída del concreto, aplastando a decenas de personas. La confusión reinó mientras los asistentes intentaban escapar. Los servicios de emergencia tardaron en llegar, y la magnitud del desastre dejó a la nación en shock.
El caos se extendió más allá del club, con cuerpos cubiertos de polvo y sangre en las calles. En la mañana, la confirmación más devastadora: Rubí Pérez fue encontrado sin vida entre los escombros. La noticia conmovió a una nación entera, que ahora llora la pérdida de su ídolo del merengue.
El presidente Luis Abinader declaró tres días de duelo nacional, mientras la indignación crecía ante las evidentes negligencias que llevaron a esta tragedia. Las reparaciones superficiales y las advertencias ignoradas se convirtieron en el eco de una noche que debería haber sido de celebración, pero que se tornó en luto y desesperación. El legado de Rubí Pérez, ahora marcado por la tragedia, resuena en cada rincón del país, donde su música solía hacer bailar a generaciones enteras.