En una trágica y devastadora secuencia de eventos, el renombrado artista del merengue, Rubby Pérez, perdió la vida en un colapso estructural que ha dejado al país sumido en el luto. La noche del 8 de abril, durante un evento en la discoteca Jetset de Santo Domingo, un segmento del techo se desplomó inesperadamente sobre el escenario, aplastando a Pérez y a decenas de otros asistentes. La escena se convirtió en un caos absoluto, con luces y escombros cayendo a plomo, convirtiendo lo que debía ser una celebración en una pesadilla.
Los informes indican que el colapso se debió a una remodelación ilegal del edificio, realizada sin los permisos adecuados y con graves fallos estructurales. La indignación ha crecido a medida que salen a la luz los detalles sobre la negligencia que rodeó este trágico evento. El propietario del local, Esteban Ramírez, enfrenta cargos de homicidio culposo y otros delitos graves, mientras que otros implicados, incluyendo ingenieros y funcionarios municipales, también están bajo investigación.
Rubby Pérez, conocido como el “caballero del merengue”, había estado en la cúspide de su carrera, planeando una boda íntima y un nuevo álbum. Según testigos, su última actuación fue un despliegue de energía y carisma, que terminó abruptamente cuando el techo se desplomó. La tristeza se ha apoderado de la nación, que ahora recuerda al icónico artista no solo por su música, sino también por los sueños que quedaron truncos.
Las investigaciones continúan, y la comunidad exige justicia por la tragedia que ha dejado a 11 personas muertas y más de 50 heridas. La pregunta que persiste es: ¿cómo fue posible que este desastre ocurriera? La respuesta podría cambiar el rumbo de la seguridad en el entretenimiento en el país. El legado de Rubby Pérez vive en su música, pero su partida ha dejado un vacío que resonará por mucho tiempo.