Miriam Cruz, a sus 56 años, rompe el silencio y conmueve al país al revelar su amor por Rubby Pérez, el icónico merenguero fallecido en una tragedia que ha marcado a la nación. En un emotivo mensaje, Cruz, entre lágrimas, confesó: “Sí, yo lo amé”, desatando una ola de nostalgia y reflexión sobre la vida y legado del artista que dejó una huella imborrable en la música dominicana.
La familia de Rubby, en medio del luto, ha expresado su agradecimiento por las muestras de apoyo y ha solicitado respeto por su legado, al tiempo que se niega a cualquier controversia que pudiera surgir. Pero el eco de las revelaciones no se detiene ahí. La novia de Rubby, Lady Altagracia Rosario, también ha compartido su verdad, sumando un dolor profundo a una historia ya desgarradora.
El suceso del colapso de la discoteca Jetset no solo se llevó a Rubby, sino que ha reabierto heridas y cuestionamientos sobre la seguridad en los espectáculos. La tragedia dejó más de 220 víctimas, y las investigaciones están en marcha, revelando posibles fallos estructurales y negligencias que no pueden pasar desapercibidas. ¿Podría haberse evitado esta catástrofe?
El legado de Rubby no se limita a su música; su labor humanitaria, su carisma y su conexión genuina con el público lo convirtieron en un verdadero símbolo de la cultura dominicana. Su muerte, un golpe devastador, ha dejado a millones llorando, pero también ha suscitado reflexiones sobre el futuro del merengue en un momento crítico para el género, amenazado por nuevas tendencias musicales.
Mientras el país se une en duelo, Miriam Cruz nos recuerda que el amor y la música perduran más allá de la muerte. “Ruby no se ha ido del todo”, dice, y su voz sigue resonando en cada rincón donde su música se celebra. La historia de Rubby Pérez es un llamado a cuidar lo que amamos y a exigir espacios seguros para disfrutar de nuestra cultura. Esta no es solo una despedida; es un recordatorio de que su legado vive y que, a través de su música, Rubby seguirá presente en nuestros corazones.