Los escoltas de Pedro Sánchez han estallado de indignación ante las condiciones precarias que enfrentan durante sus vacaciones en Lanzarote. Este fin de semana, el presidente del Gobierno se retira a la lujosa residencia de la Mareta, pero sus agentes de seguridad están sufriendo una situación vergonzosa. Cerca de una veintena de miembros de los grupos rurales de seguridad de la Guardia Civil han sido enviados a protegerlo, pero con un presupuesto de apenas 77 euros diarios para hotel y manutención, una cifra que resulta insultante, especialmente en pleno verano canario.
La indignación ha sido palpable. Mientras los Menas en Madrid reciben 140 euros diarios, los escoltas de Sánchez deben improvisar, negociar con hoteles o, en el peor de los casos, adelantar gastos de su propio bolsillo. José Cobo, portavoz de la Asociación AEGC en Canarias, ha denunciado que esta problemática no es nueva, pero la situación se ha vuelto insostenible. Los retrasos en el ingreso de dietas agravan aún más la situación económica de los agentes, que se ven obligados a costear su propia protección al presidente.
El complejo vacacional cuenta con diez bungalows independientes, pero Sánchez se niega a compartir el espacio con sus escoltas, lo que ha intensificado el malestar entre los agentes. La dirección de la Guardia Civil ha sido instada a tomar cartas en el asunto y proporcionar alojamiento y pensión completa para quienes se desplazan exclusivamente para proteger al presidente y su familia.
La contradicción es evidente: mientras Sánchez se presenta como defensor de lo público y de la sensibilidad social, permite que quienes le protegen sufran penalizaciones económicas. Los escoltas han decidido revelarse, exigiendo dignidad en su labor. Proteger al presidente no debería ser un castigo, y la dignidad de los agentes está en juego. La situación ha alcanzado un punto crítico, y la presión sobre el Gobierno para resolver este escándalo aumenta.