Andrés Parra, el aclamado actor colombiano, ha sacudido al mundo del entretenimiento tras romper su silencio sobre el impacto devastador que tuvo su papel como Pablo Escobar en la serie “El Patrón del Mal”. En una confesión visceral y desgarradora, Parra revela cómo este personaje lo llevó a perderse a sí mismo, enfrentándose a la oscuridad que lo consumió por dentro. A sus 47 años, el actor no solo habla del éxito, sino de su lucha interna, de las secuelas que dejó en su vida personal y profesional.
En un impactante video, Parra comparte los momentos más oscuros de su vida, desde recibir llamadas desde la cárcel de verdaderos narcotraficantes hasta ser confundido con el mismo Escobar. “No quería ser Escobar”, confiesa, explicando cómo se obsesionó con dejar atrás la imagen del personaje que lo catapultó a la fama, pero que también lo destruyó. Su interpretación lo llevó a un colapso emocional, marcado por ataques de pánico y un devastador divorcio que lo hizo tocar fondo.
Andrés no se detiene ahí; desnuda su alma y revela el niño herido que siempre trató de esconder detrás de su carrera. Hijo no planeado y “niño invisible” en una familia llena de adultos cansados, Parra describe cómo el vacío y el abandono lo llevaron a buscar refugio en la actuación. “La actuación fue el escape perfecto, el lugar donde podía ser otro, cualquier otro, menos el mismo”, comparte con una sinceridad que impacta.
El actor narra su transformación tras el divorcio, un momento que lo llevó a renacer. “Yo me morí esa noche”, dice, refiriéndose a la noche en que colapsó y decidió buscar ayuda. Con la terapia como aliada, Parra comienza a entender que lo que duele no es solo lo que pasó, sino la interpretación que hacemos de esos traumas desde la infancia. “Todos estamos rotos”, afirma, mientras comparte su proceso de sanación y autodescubrimiento.
Hoy, Andrés Parra no solo es el actor que interpretó a Escobar, sino un hombre que ha aprendido a vivir con sus fracturas y cicatrices. Su nueva obra, un monólogo crudo y sincero, ha resonado con el público, generando una conexión emocional que transforma la sala en un espacio de catarsis colectiva. “Este show da palo, pero también acaricia el alma”, dice, invitando a los espectadores a enfrentar sus propios miedos y heridas.
En un giro inesperado, Parra ha dejado atrás la búsqueda de fama y éxito material. “Hoy solo quiero ser Andrés”, declara, enfatizando que su prioridad es la paz interior y la autenticidad. Su mensaje es claro: la verdadera felicidad no se encuentra en la fama, sino en el autoconocimiento y la aceptación de nuestras propias sombras. Andrés Parra ha dejado al mundo conmovido, no solo por su talento actoral, sino por su valentía al compartir su verdad, un recordatorio poderoso de que todos podemos renacer de nuestras propias cenizas.