**Misiles rusos desplegados en El Caribe: Rusia pone en jaque a EEUU?**
La tensión geopolítica entre Rusia y Estados Unidos ha alcanzado un nuevo umbral, con informes que sugieren que Moscú podría desplegar misiles en Cuba y Venezuela, poniendo en jaque la seguridad nacional estadounidense. Expertos rusos han indicado que la infraestructura militar en Cuba, aunque envejecida, permanece operativa, mientras que Venezuela ha abierto la puerta a una cooperación militar sin precedentes con Rusia.
Las advertencias de los analistas rusos son claras: la posibilidad de un ataque desde el corazón de la retaguardia estadounidense ya no es un simple rumor. La historia parece repetirse, evocando la crisis de los misiles de 1962, pero con una tecnología mucho más avanzada y letal. Mientras Estados Unidos despliega armas nucleares en el Reino Unido y el Pacífico, Rusia observa y mide cada provocación, sosteniendo que el equilibrio de poder está más frágil que nunca.
Sergei Merkelov, politólogo ruso, ha afirmado que “no existen obstáculos técnicos para colocar nuestras armas en Cuba”, lo que subraya la seriedad de la situación. La retórica de Moscú sugiere que, si Occidente continúa con sus despliegues agresivos, Rusia está lista para responder de manera proporcional, utilizando la cooperación con Cuba y Venezuela como un símbolo de fuerza.
Sin embargo, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajarova, ha matizado que las discusiones sobre el regreso de armas a Cuba son opiniones privadas, no oficiales, lo que añade una capa de ambigüedad a la situación. La cooperación militar con Venezuela, que se ha mantenido a pesar de las presiones occidentales, refuerza la imagen de un bloque que desafía la hegemonía estadounidense.
El contexto internacional, caracterizado por el crecimiento de los BRICS y el debilitamiento de la influencia occidental, crea un caldo de cultivo donde cada movimiento ruso se interpreta como una declaración de principios. La infraestructura militar en Cuba y Venezuela, aunque oxidada, sigue siendo funcional, y cualquier provocación podría desatar un conflicto mayor. La pregunta persiste: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Moscú si las tensiones continúan escalando? El reloj avanza y todas las fichas están en la mesa.