El expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero ha desaparecido del escenario público en un momento crítico para Venezuela, justo cuando Donald Trump ha lanzado una ofensiva militar contra el régimen de Nicolás Maduro. Su silencio es ensordecedor y ha desatado especulaciones sobre su paradero, coincidiendo con el despliegue de tres destructores en el Caribe y 4,000 efectivos militares estadounidenses, junto a submarinos y aeronaves de inteligencia. Esta operación ha sido presentada por Trump como un ataque directo a las redes de narcotráfico que operan desde Venezuela, elevando la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares.
Mientras tanto, Caracas tiembla ante la movilización de más de 4 millones de milicianos chavistas, muchos de ellos superando los 60 años, listos para enfrentar lo que Maduro califica como una agresión imperial. En este contexto explosivo, Zapatero ha optado por retirarse a su villa en Lanzarote, valorada en 1,2 millones de euros, un refugio habitual que pone en entredicho su supuesta labor de mediador en la crisis venezolana.
Su repentina ausencia ha dejado al descubierto la falta de compromiso real con el pueblo venezolano y ha suscitado dudas sobre su relación con el régimen de Maduro, a pesar de que su patrimonio personal ha crecido de manera notable en medio de su carrera política. Con propiedades en Madrid, León y Caracas, su enriquecimiento plantea serias interrogantes sobre la ética de sus gestiones.
La Guardia Civil ha señalado a Zapatero en un informe por haber mediado en la devolución de 200 millones de dólares a Europa, lo que añade una capa más de controversia a su figura. En un momento en que la situación en Venezuela se torna más peligrosa y volátil, la huida de Zapatero y su silencio son una señal clara de que ya no desea mediar en los asuntos de Trump. La tensión en la región es palpable, y la comunidad internacional observa con preocupación el desenlace de esta crisis que podría marcar un antes y un después en la historia de Venezuela.