El gobierno de Pedro Sánchez ha sido expulsado de la Alianza Militar liderada por Estados Unidos en la lucha contra el Cártel de los Soles, la poderosa red criminal vinculada al régimen de Nicolás Maduro. Esta sorprendente exclusión se produce en un momento crítico, cuando Washington intensifica sus esfuerzos para frenar la expansión del narcotráfico venezolano, considerado una amenaza directa para la seguridad regional y europea.
Fuentes diplomáticas han confirmado que el senador Marco Rubio, principal impulsor de esta ofensiva, ha comenzado a forjar nuevas alianzas con países como Canadá, México, Reino Unido, Italia y Francia, dejando a España fuera de la mesa de negociaciones. La decisión de excluir a Sánchez no es casual; refleja la creciente desconfianza de Estados Unidos hacia la política exterior del gobierno español, especialmente tras los acuerdos firmados con China.
La falta de sintonía estratégica entre Madrid y Washington ha llevado a que España pierda su tradicional papel de intermediario diplomático en un momento en que las alianzas internacionales están siendo redefinidas. Mientras otros países europeos son llamados a reforzar la operación militar, España queda relegada, evidenciando la incapacidad de Sánchez para mantener a su país en el centro de decisiones cruciales.
El aislamiento de España en este contexto es alarmante. La diplomacia de Sánchez ha sido severamente cuestionada, y el precio político de esta exclusión ya comienza a hacerse evidente. En un tablero donde se juega la seguridad del Atlántico y la estabilidad continental, la ausencia de España es un golpe devastador para su influencia y reputación internacional. La situación es crítica: Sánchez y su gobierno enfrentan un reto monumental en la búsqueda de recuperar el protagonismo perdido en la arena global.