El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025, dejó al mundo con una sorprendente revelación sobre su estilo de vida y su fortuna personal. A pesar de ser uno de los líderes religiosos más influyentes del mundo, su patrimonio neto se estimaba en apenas 100 dólares, lo que equivale a unos 430.000 pesos colombianos. Este dato ha sacudido las percepciones sobre la riqueza y el poder en el Vaticano, un contraste brutal con los miles de millones de euros que posee la institución.
Francisco eligió vivir en la austera Casa Santa Marta, rechazando el lujoso Palacio Apostólico. Su habitación, que incluía solo un dormitorio, un salón y un baño, reflejaba su compromiso con la pobreza. A lo largo de su pontificado, el Papa nunca acumuló riquezas personales significativas, manteniendo un estilo de vida caracterizado por la sencillez y la humildad. Sin cuentas bancarias ni propiedades a su nombre, dependía de estipendios modestos que donaba a los necesitados.
La elección de un papamóvil eléctrico en 2024 subrayó su preocupación por el medio ambiente, alineando sus decisiones prácticas con su mensaje sobre la sostenibilidad. A pesar de rumores sobre una fortuna mucho mayor que los 100 dólares, estos carecían de respaldo sólido y contradicen su declaración de vida austera.
La noticia de su muerte ha reavivado el interés en su legado, que trasciende lo material. Francisco dejó un impacto profundo en la Iglesia Católica y el mundo, promoviendo la justicia social, la sostenibilidad, y la cercanía con los marginados. Su vida es un testimonio de que el verdadero valor no se mide por la riqueza acumulada, sino por el servicio a los demás. En un contexto donde muchos líderes se asocian con la opulencia, el Papa Francisco se erige como un ícono de la humildad y el compromiso con los más vulnerables. Su legado perdurará, recordándonos que la verdadera grandeza reside en la sencillez y la generosidad.