La vida de Pernell Roberts, el icónico actor conocido por su papel en “Bonanza”, se ha apagado, dejando un legado de lucha y autenticidad en Hollywood. Roberts, quien falleció el 24 de enero de 2010 a los 81 años, fue mucho más que un simple rostro en la pantalla; su vida estuvo marcada por la rebeldía y la búsqueda de la verdad en un mundo que a menudo prioriza la superficialidad.
Nacido en el sur segregado de Estados Unidos, Roberts se enfrentó desde joven a la injusticia racial y a la hipocresía de las instituciones que debían ofrecer amor y aceptación. Su voz profunda y su presencia imponente lo llevaron a la cima, pero su espíritu indomable lo impulsó a rechazar papeles que consideraba vacíos, como el de Adam Cartwright. En plena fama, abandonó “Bonanza”, una decisión que dejó perplejos a muchos, pero que él justificó como una necesidad de preservar su integridad artística.
A lo largo de su carrera, Roberts no solo mostró su talento actoral, sino que se convirtió en un activista comprometido, marchando junto a Martin Luther King Jr. en la histórica marcha de Selma. Su vida personal estuvo marcada por tragedias, incluida la pérdida de su único hijo, lo que lo llevó a un aislamiento progresivo. Sin embargo, nunca dejó de luchar por sus ideales, incluso en su papel en “Trapper John, M.D.”, donde insistió en que los guiones abordaran temas sociales.
Roberts eligió vivir con dignidad hasta su último aliento, enfrentando el cáncer de páncreas en silencio, sin buscar compasión pública. Su funeral fue un reflejo de su vida: íntimo y alejado del bullicio de Hollywood. Hoy, mientras el mundo recuerda su carrera, es imperativo honrar no solo al actor, sino al hombre que desafió las normas y luchó por la justicia, dejando una huella imborrable que trasciende el tiempo.