Pedro Sánchez ha decidido blindar a su mano derecha, Juan Francisco Serrano, en medio del escándalo del caso Coldo que sacude al Partido Socialista. A pesar de las detenciones y acusaciones que han alcanzado al núcleo del partido, el presidente del gobierno ha optado por mantener a Serrano en la Secretaría de Política Municipal, desoyendo las filtraciones que apuntaban a su posible salida. Esta decisión ha generado indignación y desconfianza en un momento crítico, donde la corrupción parece haberse infiltrado en las entrañas del socialismo español.
Serrano, estrechamente vinculado a Santos Cerdán, figura clave en el escándalo, ha respondido a su continuidad en el cargo con un mensaje en redes sociales, proclamando su compromiso con la honradez y el servicio público. Sin embargo, estas palabras resuenan vacías en un contexto donde se han destapado conexiones entre altos dirigentes y una de las tramas más oscuras en la historia reciente del partido.
Mientras algunos líderes han abandonado discretamente sus puestos, otros, como Antonio Hernando y Carmen González Caballero, han sido premiados con vocalías, revelando una estrategia de Sánchez que busca aparentar regeneración sin realizar cambios significativos en la estructura del poder. Este nuevo diseño de la ejecutiva, que solo ha sido rechazado por un puñado de votos, deja intactos a los más comprometidos políticamente, lo que alimenta el escepticismo sobre la verdadera intención de esta reestructuración.
La situación es crítica y la presión aumenta sobre Sánchez, quien parece más enfocado en proteger a sus aliados que en enfrentar las acusaciones que amenazan con desestabilizar su gobierno. Con la sombra de la corrupción acechando, el futuro del Partido Socialista se vislumbra incierto. ¿Podrá el presidente navegar esta tormenta o su lealtad a Serrano lo llevará a un callejón sin salida? El tiempo lo dirá.