**Título: “Para que un político corrupto ejecute su plan, hay cargos ejerciendo de cooperadores.”**

En un giro alarmante de los acontecimientos, la investigación del caso Coldock, que involucra a altos funcionarios del PSOE, avanza a pasos agigantados. Hoy, en la Audiencia Nacional, se citan figuras clave como Isabel Pardo de Vera, expresidenta de Adif, y el director general de carreteras, en un escándalo que revela una red de corrupción que podría haber desviado millones de euros en contratos públicos.

Mientras el presidente Pedro Sánchez se encuentra de gira por Hispanoamérica, tratando de desviar la atención de los escándalos que le acosan, la situación en España se torna crítica. La investigación sugiere que Pardo de Vera y su cómplice facilitaron la manipulación de procesos de contratación, favoreciendo a constructoras a cambio de sobornos. Este escándalo no solo pone en jaque al PSOE, sino que también plantea serias preguntas sobre la integridad del gobierno.

A medida que Sánchez se presenta como el baluarte de la izquierda internacional, los problemas en casa crecen. La oposición, liderada por Alberto Núñez Feijóo, se prepara para capitalizar esta crisis, argumentando que estos hechos son solo la punta del iceberg de una corrupción arraigada que afecta a la administración pública. Feijóo sostiene que la defensa del PSOE es débil, alegando que los hechos son de hace años, pero la presión aumenta.

En medio de este caos, el gobierno intenta distraer a la opinión pública con reformas superficiales, como el cambio de nombre del Congreso, mientras los ciudadanos enfrentan problemas reales como la crisis de vivienda. La población observa con creciente indignación, preguntándose si la corrupción se ha convertido en la norma en la política española.

La situación es crítica y el tiempo corre. La presión sobre el gobierno de Sánchez se intensifica, mientras el pueblo exige respuestas y justicia. La corrupción en las altas esferas no puede ser ignorada; el futuro de la democracia en España está en juego.