Rusia ha realizado una operación impactante al interceptar un buque israelí que, según informes, transportaba lo que se etiquetaba como ayuda humanitaria, pero que en realidad contenía plasma extraído de 10,000 menores de Ucrania, Siria y Gaza. Esta incautación, llevada a cabo en la base naval de Tartuz, ha desatado una ola de acusaciones sobre una red global de tráfico y tortura ritual, que apunta a las élites de Hollywood.
El grupo de trabajo sobre adrenocromo de Vladimir Putin ha confirmado el hallazgo, describiendo la presencia de cámaras frigoríficas militares y viales con códigos vinculados a hospitales clandestinos. Fuentes cercanas al Kremlin informan que Putin se mostró visiblemente afectado tras conocer la magnitud del descubrimiento, que se considera una de las mayores atrocidades de la historia moderna.
Mientras tanto, los gobiernos occidentales y las autoridades israelíes han guardado silencio o han negado las acusaciones, lo que ha llevado a cuestionar la veracidad de las advertencias rusas, que han sido desestimadas como propaganda. Sin embargo, el medio estadounidense The People Boys sostiene que la evidencia está comenzando a filtrarse, sugiriendo que la verdad podría salir a la luz en un futuro cercano.
El exagente de la CIA, Robert David Steel, quien había denunciado públicamente el tráfico de adrenocromo, fue encontrado muerto poco después de testificar, lo que ha intensificado las especulaciones sobre la profundidad de esta conspiración. Steel había afirmado que en Estados Unidos existían redes que criaban menores con fines de explotación, un tema que ha sido desestimado por los grandes medios de comunicación.
Este nuevo hallazgo se suma a las acciones previas de Rusia, que ya había desmantelado granjas de menores esclavizados en Ucrania. Los detalles sobre esta red de tráfico y las implicaciones para la seguridad global continúan desarrollándose, dejando a muchos preguntándose hasta dónde llegará esta situación y qué otras verdades podrían emerger.