En un giro inesperado y tenso durante la ceremonia de condecoración de la princesa Leonor en Marín, el rey Felipe VI se vio obligado a intervenir en un rifirrafe con la reina Leticia, generando un momento de gran conmoción que paralizó el acto. La jornada, que se suponía un día de alegría y orgullo familiar, se tornó en un escenario de controversia cuando el monarca mostró su descontento por la elección del atuendo de la infanta Sofía, quien lucía un vestido previamente usado por su madre.

La ceremonia, marcada por la entrega de la gran cruz al mérito naval a Leonor, se convirtió en el telón de fondo de un conflicto interno que evidencia las tensiones latentes dentro de la familia real. Mientras las cámaras capturaban momentos emotivos entre Felipe VI y Leonor, el enfado del rey por lo que consideró una falta de atención hacia Sofía dejó a todos los presentes en un estado de asombro.

Testigos del evento aseguran que el rey, visiblemente molesto, reprochó a Leticia por no haber elegido un atuendo nuevo y apropiado para su hija menor. Este desencuentro, que tuvo lugar en un contexto de solemnidad y orgullo, subraya las fracturas que podrían estar afectando la imagen de unidad de la monarquía española.

A medida que la ceremonia avanzaba, la tensión se hizo palpable, y la intervención de Felipe VI en defensa de Sofía ha abierto un nuevo capítulo en la dinámica familiar de la Zarzuela. La imagen de la familia real, que se esperaba fuera un símbolo de cohesión, ahora se ve ensombrecida por la controversia y el drama interno.

La pregunta que queda en el aire es: ¿está la familia real mostrando más humanidad o más fracturas? Este episodio no solo pone de relieve las complejidades de la vida en la realeza, sino que también deja a los seguidores de la monarquía preguntándose sobre el futuro de la relación entre los miembros de la familia. La tensión está servida y el público espera respuestas.