En un género dominado durante mucho tiempo por historias de guerra estadounidense y campos de batalla en Oriente Medio, Francotirador Canadiense (2024) llega como un rayo de luz: precisa, reflexiva y profundamente humana. No se trata de una película bélica cualquiera. Es una odisea psicológica que desvela las capas de heroísmo y expone el alma congelada de un hombre que mata no por gloria, sino por deber, e intenta vivir con el silencio que sigue a cada bala.
Con la audaz dirección de Denis Villeneuve y la actuación clave de Taylor Kitsch, Francotirador Canadiense redefine lo que significa ser soldado y lo que significa sobrevivir.
Sinopsis
Basada libremente en misiones clasificadas e inspirada en operaciones reales de la Fuerza de Tarea Conjunta Canadiense 2, la película sigue al sargento Logan Rourke, un legendario francotirador conocido entre sus enemigos como “El Fantasma en los Pinos”. Tras regresar a casa tras una misión de alto perfil en las montañas nevadas de Kandahar, Logan descubre que la guerra no ha terminado; simplemente lo ha perseguido.
Atormentado por la imagen de un niño al que no pudo salvar y el último disparo que tuvo que realizar, Logan lucha contra el trastorno de estrés postraumático, la alienación y la culpa en un pequeño pueblo de Ontario que lo ve como un héroe. Pero cuando la inteligencia sugiere que un exinformante se ha vuelto rebelde y planea un ataque en suelo canadiense, Logan se reactiva discretamente. Esta vez, la guerra es personal. Y está en casa.
Ejecución Artística
Denis Villeneuve crea una película que se siente a la vez cruda e íntima. A diferencia de la grandilocuencia arrolladora de muchas epopeyas bélicas, Francotirador Canadiense se inclina por la quietud, el silencio y unos diálogos agudos y minimalistas. Las escenas de batalla, especialmente una secuencia trepidante ambientada en una azotea empapada de niebla, están filmadas con un realismo inquietante y una contención inquietante. Aquí, las balas no vienen acompañadas de música de fondo. Tienen consecuencias que te dejarán sin aliento.
La cinematografía, dirigida por Roger Deakins, captura la naturaleza nevada con una belleza aterradora. El frío se convierte en un personaje propio: implacable, absorbente y simbólico del mundo interior de Logan. Los flashbacks se entretejen sutilmente, con tonos más cálidos pero a la vez más dolorosos, como si el recuerdo mismo no pudiera decidir si reconfortar o atormentar.
Actuaciones
Taylor Kitsch ofrece una interpretación conmovedora y profundamente interiorizada como Logan Rourke. Atrás quedó el carisma arrogante de sus papeles anteriores; aquí, se muestra delgado, cansado y en un estado de desintegración silencioso. Cada tic, cada mirada, cuenta una historia. Su representación del trauma es sutil pero devastadora, convirtiendo a Logan en uno de los protagonistas militares más complejos de los últimos tiempos.
Lo acompaña Tatiana Maslany como la Dra. Eliza Reed, una psicóloga militar con sus propias heridas. Sus escenas con Kitsch rebosan de dolor oculto y esperanza tímida, ofreciendo la columna vertebral emocional a una película que, de otro modo, estaría dominada por el silencio y la frialdad. Colm Feore causa una impresión escalofriante como un oficial de alto rango cuya moral es tan gris como el cielo canadiense.
Impacto emocional
En esencia, Francotirador Canadiense no es una película sobre la guerra, sino sobre lo que la guerra deja atrás. Trata sobre los instantes entre disparos, el espacio entre el aplauso y el colapso. La película se pregunta: Cuando un soldado regresa, ¿qué versión de sí mismo regresa? ¿Y qué parte quedó en el campo de batalla, o enterrada en la nieve?
En lugar de glorificar la violencia, la película hace que cada apretón de gatillo se sienta como una fractura moral. La escena más desgarradora no es la del derramamiento de sangre, sino la de Logan, inmóvil en el pasillo de un supermercado, paralizado por el olor a especias que le recuerda las calles de Kabul.
Tono y ritmo
El tono es sobrio, maduro e inflexible. Respeta la inteligencia de su público y se niega a dar respuestas fáciles o forzar el sentimentalismo. El ritmo es lento pero deliberado; no se desperdicia ni un solo instante. Cada silencio, cada respiración, se siente cargado. Cuando llega la acción, es rápida, brutal y desprovista de heroísmo.
La película se siente como una meditación envuelta en un thriller, una historia de guerra con la piel de un drama de personajes.
Veredicto final
Canadian Sniper (2024) es un retrato escalofriante, hermoso y emotivamente resonante de un hombre que puede dar en el blanco a 2000 metros, pero que lucha por mirarse al espejo. Con un guion minimalista, interpretaciones cautivadoras y una dirección elegante, no se erige como una celebración de la guerra, sino como una mirada implacable a su precio.
Esta no es una película para adictos a la adrenalina ni para quienes buscan un patriotismo que los haga sentir bien. Es para aquellos lo suficientemente valientes como para afrontar el alcance de lo que significa ser un héroe y preguntarse si ese título es una bendición o una carga.