La angustia de Benjamín Vicuña ha alcanzado un punto crítico, desatando alarmas entre sus seguidores y medios de comunicación. El reconocido actor chileno ha confesado estar al borde del colapso emocional, atrapado en un caos familiar que parece no tener fin, debido a la actitud despreocupada de su expareja, la China Suárez.
En una reciente entrevista, Vicuña expresó su desbordante cansancio, manifestando: “No doy más”. Esta frase resonó como un grito de auxilio, reflejando la presión que enfrenta al tratar de ser un padre presente en medio de un desorden total. Mientras él se ocupa de las actividades escolares y compromisos de sus hijos, Suárez, por otro lado, parece sumergida en su nueva relación con el futbolista Mauro Icardi, disfrutando de un estilo de vida despreocupado, lejos de las responsabilidades parentales.
Los viajes de la China, las actividades escolares que se acumulan y la falta de comunicación han llevado a Vicuña a buscar ayuda profesional. Su situación se complica aún más con la inestabilidad que reina en la vida de sus hijos, quienes no siempre regresan a casa a tiempo o cumplen con sus obligaciones escolares. Este caos ha dejado al actor en un estado de agotamiento extremo, donde cada compromiso se siente como una carga insostenible.
La vida de Vicuña se ha convertido en un campo de batalla, donde él lucha por mantener una estructura familiar mientras su expareja parece ignorar las reglas básicas de la copaternidad. La presión de ser un padre responsable, en contraste con la despreocupación de Suárez, está pasando factura en su salud emocional.
En este contexto, muchos se preguntan: ¿hasta cuándo podrá soportar esta carga? La angustia de Benjamín Vicuña no solo es un tema de farándula; es un llamado a la reflexión sobre las verdaderas consecuencias de las separaciones y el impacto que tienen en la vida de quienes intentan mantener el equilibrio en medio del caos.