El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, ha sido objeto de un masivo abucheo este sábado en la sede del Partido Socialista en Ferraz, donde un centenar de militantes afines a Pedro Sánchez le gritaron “sinvergüenza”, “facha” y “traidor”. Este incidente pone de manifiesto la profunda fractura interna que sacude al PSOE, y García Page ha calificado esta crisis como la más grave que ha enfrentado el partido en democracia.
A pesar de recibir un recibimiento hostil, Page se presentó en el Comité Federal, decidido a escuchar propuestas políticas de la dirección. Su mensaje fue contundente: si la cúpula del partido no ofrece soluciones, se convierte en parte del problema. Este dardo directo a Sánchez resalta una creciente insatisfacción con un liderazgo que se aferra al poder mientras las voces críticas dentro del partido comienzan a distanciarse públicamente.
Lo ocurrido este sábado no es un mero incidente aislado; es un claro indicativo de que el PSOE ha perdido el rumbo y el control sobre sus bases. La intolerancia hacia la disidencia ha alcanzado niveles alarmantes, donde se aplaude al que calla y se insulta al que opina. La situación de García Page, un presidente autonómico en funciones, siendo abucheado por sus propios militantes, es un reflejo del deterioro del debate interno y de la salud del partido.
Mientras Pedro Sánchez intenta blindarse políticamente, los varones críticos se ven obligados a alzar la voz, conscientes de que el silencio ya no es una opción viable. Si el Partido Socialista no rectifica, se arriesga a cavar aún más su propia tumba política, justo cuando las elecciones autonómicas están a la vuelta de la esquina. La presión está en aumento y el futuro del PSOE pende de un hilo.